No se trata de ser pesimista, negativo o incendiario, pero estamos al borde de una recesión económica que nos ubica muy lejos de poder cumplir con el potencial de crecimiento de largo plazo.
Nadie quiere ni le está haciendo ni un golpe ni duro ni blando. Muchos de los errores, dificultades y escándalos son de su responsabilidad o de las de su equipo de trabajo.
La prueba más fehaciente es lo que hoy ocurre con la gestión del riesgo de desastres, un tema de enorme sensibilidad que se ha convertido en excusa para saquear la finanzas del Estado.
Hemos sido engañados, por altos estamentos nacionales quienes desconocen y pretenden minimizar las grandes falencias de este “antisistema de salud” fundamentado sobre la intermediación financiera.